Y es así que, de tanto dar,
me es ahora complicado
colmar esta oquedad,
¿llamarías a esto cobardía?
Este vacío cesa poco a poco
de ser un vacío vacío,
y aunque sigue siendo mío,
comienzo a ponerle nombre y apellidos;
entiéndanme,
palabras y adjetivos.
Prende la mecha que incendia
a este corazón suicida,
mas sabe que aún queda hilo
para tensar las bridas,
y que no se va a rendir
cuando vislumbra las tinieblas.
Ahora que las espinas dejan de crecer
hacia dentro.
Ahora que se declaran en huelga externa
y detienen el roce sobre mis vísceras,
por cierto desgarradas,
extenuadas del dolor entonces idiopático,
pero fuertes por aquel corazón aún activo.
Diviso el océano, marea alta.
El oleaje está salvaje
y el temporal no invita al chapuzón,
así que me zambullo sin meditarlo.
Y ahora puedo confesar,
sin pudor existente
que
no me da miedo la muerte;
me aterra morir en vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario