lunes, 26 de septiembre de 2016

Promesas no labradas

En igual medida;
las ganas de conocerse
como las desganas
de que un día 
te vayas.

Que me desarañes el alma y,
a la vez,
lo garabatees con precisión,
para que cuando te canses, 
se quede toda impregnada.

Respírame,
pero no sólo recién arreglada,
niquelada,
también al final del día,
cuando no todo sea del color
del amanecer.

Secretos que son flores,
cuando poner mi mundo patas arriba, 
resulta ser tu mejor pose.

Me refiero a tus espinas,
escondidas,
mas poco disimuladas;
se ve a leguas, 
que tu alma está dañada.

Déjame así
en este instante,
ser de tu barco sin rumbo
la almirante.