sábado, 19 de enero de 2019

Nos vemos con la Luna llena


Perdimos la noción del tiempo durante sólo y toda una semana; nuestros destinos cambiaron en el momento en que nos intercambiamos las miradas.


Con sólo su carpa, cualquier lugar cerca de aquel río caribeño nos parecía espectacular para vivir, creando un campamento improvisado bien lejos de Medellín.

Él agradecía al sol por servirle como despertador y guía a lo largo del día. Decidió brindarme el mejor amanecer inimaginable: despertar con su abrazo para continuar con el beso a medio camino de la madrugada, donde caíamos rendidos de amarnos tanto y tan bien. ¿Alguna vez se durmieron entrelazando sus labios con los de otra persona?

Aquello era otra señal que nos mostraba que todo lo que estaba aconteciendo era real. Era increíblemente real.

"Sabes que esto puede ser así toda esta vida, ¿no?"

Si alguna se desvelaba en la noche, se aseguraba que la otra estuviese bien, y nos regalábamos otro lote de caricias para alimentar la paz en que habitábamos. Nunca sabíamos cuánto dormiríamos, ¿y es que acaso eso importaba? Nos amábamos todo el rato, la luna nos acompañaba.

Cuando él me daba el último beso antes de irse a laburar, yo me quedaba alguna hora más dentro de la carpa, para captar así toda su esencia posible, pues no nos volveríamos a ver hasta casi el atardecer.

Dichas horas separados eran necesarias para entender que ansiábamos seguirnos conociendo, explorando, descubriendo nuestras almas.

Yo sabía que él estaría esperándome; él, que yo iba a llegar. Y era hermoso, pues no podíamos comunicarnos sino cuando estábamos juntas. 

Ambas pensábamos "es ella, esa persona existe" y, a pesar de haber compartido una única semana, y tan única, lo sentíamos, eran nuestras energías nomás. Se nos ocurrían ideas disparatadas, como él cambiar el rumbo de su viaje y yo no volver a España, pues como les digo, nuestros destinos ya habían cambiado. Sin embargo, sabíamos que debíamos terminar lo que cada una empezó, no importaba, pues ya éramos eternas.

Ahora, después de unas semanas sin saber el uno del otro, por fin nos encontramos, a distancia, para saber que todo está bien, y que confiemos en la luna para el descuento de los días hacia el reencuentro más hermoso de la historia.

lunes, 7 de enero de 2019

¿qué es la perfección?

La desnudez incomoda. ¿Cómo hemos llegado a tal punto? ¿Cómo hemos llegado a odiar nuestra apariencia física?

Creo que, por primera vez en la vida, me he sentido libre y me he sentido libre amando. Me he visto, por fin me he visto, con ayuda de una mirada. He conectado con la Pachamama de verdad, con el mar Caribe rompiendo a un lado y la selva chillando al otro, conviviendo con esos bichillos y animales tropicales. Se ha esclarecido el camino y, bueno, he descubierto qué es el camino, viajamos hacia el centro, viajamos hacia la vida.

Todo el recorrido te ha llevado a ese punto exacto de tu vida, no es casualidad que estemos donde estamos, es parte del camino. Es comprenderlo. Es apaciguar el dolor. Es confiar en la vida.

Descubrimos, sin buscarlo, qué era la perfección, que es Dios, y Dios no es otra cosa que el momento, el instante en que se casan mente y emociones. Dios somos todas, somos 2 almas que caminan juntas; ahí es cuando sabes que es real, y vos sonríes sin darte cuenta porque no conocías esa emoción, esa cara de la realidad. La perfección es sentir el alma, despojarse de lo material, del cuerpo, que es sólo el atuendo, y que es tan complejo conseguir.

Sentirse sentidx, mandar a la mierda las inseguridades que te han acompañado 22 años y comienzas a entender porqué.

Amar, la perfección es amar todo el rato, a todas, a tu entorno, a la luna y a las estrellas. Amar es cuidarte, cuidar tu energía, que es sagrada, pero que no todas van a saber valorar. Amar es agradecer. Amar es aprender y enseñar, amar es compartir. Por tanto, amar es crecer juntas.

Reconocernos seres emocionales y no sentir miedo a Ser. La perfección es aquí y ahora.




Gracias compañero.