lunes, 28 de septiembre de 2020

desenterrar la validez única del momento eterno

podemos apreciar
la belleza en cada día

para ralentizar entonces
la partida incesante de los años,
el constante desfile
del tiempo encapsulado

para comprender que
nada importa
si entendemos el presente;
si del espacio-tiempo
perdemos el sustrato,

           lo que se esconde debajo

para camuflar en ese lapso infinito,
el vacío atemporal que brota
cuando renuncias a futuros supuestos

Escaparíamos de lo lineal,
adentrándonos así con impulso
en la fuerza de la espiral 

si bien al cuestionarme el pasado,
me atrevo a compartir que
todo lo que me mueve 
lo revivo;

confieso pues que mi pulso
es el fidedigno testigo

domingo, 12 de julio de 2020

surfeo por mi ser

Días de respiro al Sol,
noches de consumar
el deseo individual.

Días de monólogos,
noches de ordenar
el laberinto de la edad. 

En un parpadeo me fui,
en un guiño ciego
en blanco me quedo.

¿Y el tiempo?

El voleteo por el desengaño,
no soy más de lo que ves,
si sientes lo que soy.

Y bueno,
¿soy quien creo ser?
¿Soy lo que alcanzo proyectar?
¿Qué ves que soy?

Y digo, 
perdona si persigo
mi instinto animal.
Muerte. Conectar. Flotar.

Quiero seguir conociendo
todo lo incognoscible,
adentrarme en mi conciencia
para coexistir en la colectiva.

Abrir la puerta de lo colectivo.
Estamos vivas,
por ello requerimos comunidad,
aunque todavía no sé.

Aborrezco la competición,
empatía es el anhelo.
Ancla los pies a la tierra, 
no te desenraizarán, 
empatía es la meta.

Cada una en su camino de evolución, no te descalces si es pa' pasar de puntillas.

Agarra tu ventana
y guárdala en el bolsillo.
Cuando arranquemos,
seguiremos desempolvando
todo lo que hay dentro.

La vida es un viaje,
el viaje es la vida.
Carecerá de importancia
toda senda recorrida si,
junto a la Pachamama,
queda derruída.

Sólo amor por Madre Tierra,
pues intuí que
ella eres vos también.

¿Y el tiempo?

viernes, 17 de abril de 2020

Everyroad







Ante el caos colectivo, cada noche me descubro sonriéndole al cielo mientras busco mi reflejo en alguna estrella, mientras impaciente anhelo alguna señal sobre lo certero.
      No hay nada, porque somos el todo. Me encuentro en esa nube. Ahorita estoy aterrizando luego de convertirme en mar durante un crepúsculo.

Soy el mar, soy la luz y las estrellas, soy el verde y el azul, soy los pájaros que anidan y cantan cerca de la carpa donde me dejan dormitar.

Toda respuesta está dentro, por eso ya no me desvelo aunque todo se desmorone ante mis ojos y expectativas, y me observe incrédula al revivir ese miedo de no ser dueña de mi vida. ¿Quién carajos tiene el control?

Toda respuesta está dentro, aunque la libertad que entonces creí estar construyendo, se evapore como la lluvia que hace meses que no siento. Como el calor de un abrazo sincero que escasea en tiempos de soledad inagotable. Como mi corazón que no deja de crecer a pesar de cada golpe.

Toda respuesta está dentro.

Mas sepan que la vida no cesa en dar oportunidades, tras el ocaso o al alba; párate, contempla lo inherente, a ver qué destapas, ¿hallas algún sentido al abrir tus ojos o aún no encuentras el porqué de tus latidos? Cambia, avanza. Me reitero, somos mucho más.

Cuando los miedos fallezcan, seguiré aprendiendo a vivir desde dentro, porque me rehúso a morir en vida otra vez. Ahora conozco, creo, el punto de partida, si bien, tal vez, tenga que regresar a las raíces para luego volver a alzar el vuelo sin aquel peso.


sábado, 29 de febrero de 2020

Somos mucho más

No me puedes salvar y yo no puedo salvarte a vos. Mas si te late, podríamos preparar un cóctel con nuestras soledades y enfiestarnos al mirarnos desde dentro.

Iremos a despedir al sol, para relatarle así cuánto lo añoraremos en las horas venideras. Para agradecerle también la brisa que presta cuando se aleja por la vereda. Para recibir a la luna aunque sea nueva.

Nos quitaremos las máscaras para permitirnos ser espejo pero también ventana, que nuestras transparencias proporcionen nuevos ápices de luz. Amarnos como crías que no conocen la existencia del mañana. Tocarnos donde nunca antes nadie había alcanzado y reírnos con sutileza del dolor que, aunque no decimos en voz alta, acaricia nuestras almas.

Somos mucho más. No puedo no amar a quien decide mirarme, verme y acompañarme en el viaje.

No puedo no amar, aunque la dicha genuina dure la levedad de un suspiro. Y esa bocanada previa de aire inunda mis canales de sentido.

La vida es un trip en sí. 

Desenterrar la validez única del momento eterno. Reencontrarnos en cada latido. No juzgar nuestros pasos anteriores, sino escuchar quiénes somos ahora.

"Soy porque somos."

Un corazón roto puede limitarte o aprovechar todos esos nuevos trozos para hipertrofiarse. Aún más, sorprendernos incrédulas del espacio que nuestro pecho puede albergar entonces. Amar en todas direcciones, amar para darle al Ser el goce.

Residiremos en la paz que nos causamos juntas, anulando la existencia del tiempo, algo parecido a la energía que me brinda el mar.

En el mar no hay apuro. La marea trae lo que nos debe de enseñar a cada una, en la misma medida que lo que ya carece de utilidad retira. El mar permanece, como la vida, pero cada horizonte es distinto, cada ola una oportunidad.

Las fuertes corrientes nos revolcarán y pueden provocar daños, mas me gusta explorar mis límites, aunque luego escueza el duelo empapado de agua salá. 

"Nos gusta vivir como vivimos, tan ordenadas un día, y tan desordenadas al otro."

Y las palabras no valen nada, pero sueltan mucho.

miércoles, 8 de enero de 2020

El sol de enero es más breve


Quién es lo suficientemente valiente como para parar a mirarse, en la superficie y en la base. 

Quién puede contemplarse sin juzgar; contemplar para entender y comenzar a curar.

Cómo atreverme a observar la herida, mirarla con detenimiento como si fuera el tratado de paz con mi realidad, colectiva pero forjada independiente.

Quién tiene las gónadas para soltar, soltar fuerte, dejar ir de verdad. Cicatrizar aquellas y estas heridas, y soltar a la persona con quien se decidió sanar. ¿Y quién para dejarse cuidar, para mostrarse vulnerable?

Quién es capaz de admirar como su cuerpo cambia con el porvenir, aún sabiendo que los arañazos más duraderos son los centrales.






Decidida y sola me fui de casa, por fin volé sobre el manto del Atlántico y deshice la estela del recorrido para no retornar por los viejos caminos. Para que cuando resuelva echar raíces, deba exhalar todo lo aprendido, y así saber construir un puente sólido para mi corazón.

Quizá ahora sea nómada, tal vez sencillamente transeúnte del mundo, acaso fervorosa amante de las américas y sincrodestino.

Por ello es que achucho en el alma a las que me acogen, tanto al amor que me recibe sin conocerme todavía más allá de mi mirada, como al  amor sangre de mi sangre. Abrazo al amor que más presente me ha hecho vivir, sintiendo la vida del morado más llamativo, del dolor más crudo y superlativo

         al marcharme.

Me he descubierto corta de bellas palabras e inspiración en los últimos ciclos lunares, se quedaron en el Caribe, esta vez el mexicano, con vos. Cada mañana me ha azotado tu ausencia, toda noche sueño con un abrazo sincero.

Mas ya nada es como antes, ya antes ni si quiera existía. Este antes reciente y cortante, este antes que cumple una vuelta al sol. No me queda más que desearte una primavera eterna en tu sonrisa y corazón. 

A la venidera luna llena le ruego la señal que lleva gestando tantos crepúsculos, que ya me dirijo hacia el mismo sentido sin ninguna vacilación. Y quién sabe, quizá yo.