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Todos los ríos del mundo me van a ver
Descubriendo mundos
al encontrarme con alguien.
Explorarnos desde la mirada,
aceptarte el baile.
Cocinar arepas,
escribir juntas uno o dos poemas.
Colindantes, la brasa nos quema;
pero si no me tocas,
hasta mis huesos tiemblan.
Me gusta mi piel
bajo el tacto de tus manos.
Me gusta mi piel
cuando es tu piel la que yace
del otro lado.
~ Observo ~
Transmuta constantemente
tu tristeza en ganas de vivir;
no se apagan,
no se agotan,
mas ella, latente,
sigue ahí.
La duda emergente,
la certeza del viajero;
tantas sendas recorridas,
tantos labios pasajeros.
La horma del amor
en continua deconstrucción,
la amoldo para ser habitada
por cada alma y corazón.
Amores que acompañan,
amores que se quedan en la ruta;
amores que no engañan
al corazón del nómada.
Habiendo rozado la libertad en mis poros,
aún a ratos he gozado el dulce sabor amargo
que enmascara la jaula que enjambro.
Libertad,
La libertad
sigue sonando a la utopía que parece a ratos alcanzable
que sin parecer habita en mi pecho soñador,
el que renace tras un sorbo de amor,
quien desfallece por alguna desazón,
anhelante del fuego de quien osa escapar de su cárcel,
aunque la lleve a cuestas.
Aunque haya cuestas que se suben cuando bajas
si experimentas que el alma abandona el cuerpo
mas no de manera grata.
Me siento a escribir sin decidir lo que escribo
y procuro sentirme atada de cabo a cabo
observando mi destino,
audaz,
desde mi casta hasta mis pupilas,
de la pobreza a la riqueza,
de la nada al todo a la nada.
Lo quiero todo
y no sé cómo.
Con todo me refiero a la paz
al amar
al movimiento
a la comunidad;
sintetizando nuevamente,
a la libertad.
Elijo ahora no pensar,
ya tuve suficiente,
las vueltas las prefiero en carne viva,
y mastico en mis sueños un amor que se queda,
un yo que se queda,
pues para sentirse sentida hay que ser valiente cara a cara
porque para ser valiente no se requiere nada, ni siquiera una espada
para ser valiente sólo hay que tener un corazón y ganas.
Encuentro a la maestra
en las manos del pasado,
en los ojos del futuro,
en cada espejo al que decido
asomarme tal vez sin reparo.
En cada amor que refleja
algo que en mí desconocía.
En los ojos y su ilimitada mirada,
aquella que anuncia una profecía;
la menos escuchada
aún siendo la más oída.
Nada es en vano,
mi propio amor reclamo.
Mi amor propio es el obsequio
que ofrezco cuando sano,
cuando con otro loco amor
colisiono y me desarmo.
Mi amor propio es maestro
y es aprendiz;
considérenlo un testamento,
no se conforma cual desliz.
Heredado de mis ancestros,
este testamento no delegaré
en balde a mis hijes.
El derroche amoroso
que a veces propago,
tarde o temprano
va a adquirir su significado.
Me agarro con firmeza
a las asas de esta balsa,
la que me permite toda nube surcar
en busca del verso
que desemboque en su boca,
que mis labios dibuje,
que el cielo atesora,
que mis noches aloje.
