jueves, 18 de agosto de 2016

De verdad, sin peros

¿Y si nos queremos? ¿De verdad? ¿Sin peros?

¿Y si desafíamos a los kilómetros (o millas), las horas de diferencia, el Océano Atlántico, los imposibles?

¿Y si nos jugamos el deseo, el de el uno por el otro, o el de uno por otro?

¿Y si me creo que una semana es suficiente para echarte de menos, pensar en ti (en tu sonrisa, tus ojos, tu maldito culo), romper lo preestablecido?

¿Y si no olvido como buscabas mi mano cuando me llevabas a casa, cuando querías encontrar la palabra exacta en castellano, cuando sin querer me añoraste?

¿Y si sólo deseo que ocupes la mitad de los 105 cm de mi cama, invitarte a una vuelta en moto,  que me desarañes el alma?

¿Y si te recuerdo que, incluso, te sentiste egoísta al alegrarte cuando perdí mi vuelo, por compartir tan sólo un puñado más de risas y besos?

¿Y si al final del día todo fue una segunda oportunidad de la vida para prometernos un "hasta luego"?

¿Y si al fin y al cabo esto no es más que otra pesada broma del destino?




Así; de verdad, sin peros, sin suposiciones.

el cielo de agosto y del norte

Las estrellas me siguen guiñando un ojo, pero mi deseo dista al de hace 365 días.



El cielo discrepa de su yo de ayer, y la Luna ha decidido esconderse para darle protagonismo a las primeras.



Permanece esa estrella que brilla por encima de sus hermanas, para afirmarme que sucedió, que no fue soñado. 

Porque cuando menos me lo espero, reapareces. 

Porque

miércoles, 3 de agosto de 2016

Tú y yo después

A los amantes de lejos lo único que les queda es la imaginación. La incertidumbre de si algún día sus caminos se volverán a cruzar, jugando de mientras a crear posibles historias del reencuentro más esperado de la historia.

Imaginándose en aquella ciudad levantada únicamente para que su breve amor reviva; para que respire entre lágrimas de felicidad y una pizca de surrealismo añadido al asunto.

Ellos se reflejan en los sueños del contrario y, silenciosamente, no vaya a ser muy obvio las ganas que tienen de conocerse hasta los lunares, esperan que esos segundos duren una vida.

Lástima, se olvidaron que la eternidad sólo dura un parpadeo, y que encontraron el amor en el lugar equivocado.

Mas siguen sopesando su alegría en el destino