Me paro un segundo y pienso, dejarse llevar suena demasiado bien. Sumergirse en el momento, olvidándonos del mañana.
Y eso somos: esclavos de la expectativa; limitándonos a una etiqueta, a no sentir lo que sucede en un instante. A ser dominados por nuestra propia mente, a huir del sufrimiento.
En definitiva, a olvidarnos de vivir.
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