A los amantes de lejos lo único que les queda es la imaginación. La incertidumbre de si algún día sus caminos se volverán a cruzar, jugando de mientras a crear posibles historias del reencuentro más esperado de la historia.
Imaginándose en aquella ciudad levantada únicamente para que su breve amor reviva; para que respire entre lágrimas de felicidad y una pizca de surrealismo añadido al asunto.
Ellos se reflejan en los sueños del contrario y, silenciosamente, no vaya a ser muy obvio las ganas que tienen de conocerse hasta los lunares, esperan que esos segundos duren una vida.
Lástima, se olvidaron que la eternidad sólo dura un parpadeo, y que encontraron el amor en el lugar equivocado.
Mas siguen sopesando su alegría en el destino.
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